Quememos nuestras naves
Hoy es el último día del año más extraño de mi vida. 2023 no ha podido ser más confuso, convulso y complejo en todos los aspectos de mi vida. Los planetas se alinearon para luego implosionar.
Estoy interactuando con el mundo de forma totalmente nueva, estoy en un punto fuera de mi zona de confort y estoy experimentando una relación a la que ya no sé que nombre ponerle.
Como buena fan de las listas, es obvio que esperarías que te diga que recomiendo hacer una lista de propósitos o despropósitos de año nuevo, pero siguiendo la línea de la confusión de este año, este mes he trabajado tanto que no me ha dado tiempo de tomarme un momento para planificar mi año. Y es que un propósito no es nada sin planificación.
Hay cosas que tengo muy claras y que sé que marcarán mi agenda para el próximo año, pero hay cosas que estoy viviendo por primera vez, algunas sola, otras acompañada, y es aún más curioso que, de alguna u otra forma, me siento un tanto optimista.
Incluso mi cierre de año no ha podido ser más extraño. Justo también coincide con mi cumpleaños, otro día extraño. No solo porque recibí mi cumpleaños en un avión, sino porque por unas horas estuve en Bogotá en un mini encuentro con una amiga y luego aterricé en Quito, y algo que no esperaba era pasar mi cumpleaños con mi ex novio, pero si alguien sabe consentirme es él y no falló este año tampoco, aún cuando no tenía por qué hacerlo, pero él lo sabe: “No iba a dejar que tu cumple pasara desapercibido”.
Es extraño pasar mi cumple con una persona a la que tenía mucho tiempo sin ver en persona y con la que rompí una conexión de las más importantes de mi vida, pero me di cuenta que hay personas con las que las conexiones no se rompen, porque algo invisible los une. Si hay algo que nos une a él y a mi, son las ambiciones, los negocios, la competencia, las conversaciones filosóficas o sobre cualquier tontería. Mi ex, que está en un mood de salir con todo el mundo y salir con alguien más, es la persona más extrañamente consentidora que existe conmigo y aún hoy me prioriza. Eso me recuerda que dejamos huella en las personas cuando los hacemos mejores de lo que ya son.
Mi 2023 cierra de la forma menos esperada en muchos sentidos. Uno de mis negocios está atravesando una severa crisis y podríamos perderlo. Es mi primer año nuevo sin mi casa y sin Berlin. Es también el diciembre que más he trabajado. 2023 ha sido el año que más he conocido gente y también el año en el que más me he enfrentado a obstáculos personales. La mitad del año atravesé la ansiedad y los ataques de pánico. Es el año en el que más he disfrutado la comida y los momentos en familia. Es el año en el que menos bebí alcohol. También leí 100 libros ¡100!. Me invitaron a eventos de la revista Forbes y el Foro Económico Mundial. Fui invitada a podcasts y di entrevistas en medios digitales.
Mi año podría cerrar con cosas que no esperaba pero como dice alguien que conozco: “Ese es un problema de la Maira del futuro”.
Y si algo aprendí este año, es que la vida te puede sorprender aún más, pero que nada pasa sin que tú hayas decidido algo. Siempre lo digo: todo en la vida son decisiones. Nada de lo que ha pasado este año en mi vida ha sido al azar, yo me puse ahí. Me encantaría que las personas pudiesen entender esto tanto como yo y asumirlo, pero este es un problema que tengo que resolver yo.
No sé como estés tú atravesando este final de año, pero te deseo un buen comienzo de año nuevo, porque incluso si la estás pasando fatal, tu actitud podría hacer la diferencia.
Empieza a decidir y también date cuenta que no decidir puede ser una elección en sí misma.
Por un 2024 en que el que no tengamos miedo a tomar decisiones, nos arriesguemos más y quememos nuestras naves.
Soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma.