Desamor
Si supieran cuán catártico ha sido este newsletter para mí, probablemente lo hubiese hecho antes, pero lo cierto es que aparentemente también lo ha sido para muchas personas. La carta de hoy va de ese sentimiento que todos hemos experimentado alguna vez y que esta semana hablando con alguien muy cercano, fue bastante reflexiva para mi, aunque la terapeuta era yo. Aquí va.
En dos ocasiones a lo largo de mi vida, los amigos que han intentado consolarme tras una ruptura, me prometieron que el tiempo me curaría, que en algún momento deja de doler y que podría volver a la “normalidad”. Por suerte, ambas promesas se cumplieron, pero aunque en el primer caso solo pasaron unos meses, en el segundo, ese malestar intenso me duró más de un año (lo sé, fue algo intenso).
Esta desproporción entre mi lógica y mi sufrimiento, aún hoy, me sigue pareciendo difícil de comprender, pero siempre que lo pienso sigo llegando a la misma conclusión: no hay nada que hubiera podido hacer para atajar mi dolor.
Sé por experiencia propia que, ante un evento traumático más grave que una decepción amorosa, el cerebro es capaz de aplicar medidas de emergencia, bloqueando recuerdos y emociones para evitar que colapses. El trauma desde luego, lo pagarás más adelante, pero a corto plazo podrás seguir funcionando. Sin embargo, cuando se trata de un desamor, el cerebro básicamente nos hace recordarlo todo, una y otra vez, dándonos una muerte lenta. Experimentamos el dolor tan intensamente que nos convierte en un desastre.
Después de todo, la parte más reptil y cruel de nuestro cerebro sabe que no nos vamos a morir por no estar con la persona que queremos. Dicho esto, ¿No suena ridículo? pero si es así, ¿Entonces por qué duele tanto?
Yo creo que el desamor duele tanto, porque es el sentimiento directamente proporcional al amor que sentimos. Y debe sentirse tan intenso, porque se trata de una pérdida y solo nos podemos sentir así, cuando queremos realmente a alguien.
Y por muy extraño que parezca, estoy segura que debo estar en el top de las historias de desamor, las personas más cercanas a mi saben que mis historias son de novela. Mis amigos suelen decirme que amo demasiado, casi tanto como debato demasiado (pero esto no se trata de mí, así que sigamos hablando de ti, de ustedes).
Esta carta está dedicada a todas las personas que han sufrido, están sufriendo o sufrirán por amor. No incluye fórmulas mágicas de curación y ni siquiera califica como autoayuda. Solo es un intento de aliviar la sensación de soledad que a veces agrava este tipo de pena. Porque lo curioso es que cuando más abandonados y vulnerables nos sentimos es cuando más motivos tenemos para conectar con los demás.
🎶Canciones para un desencuentro
Pensarán que lo he tenido difícil para elegir una canción, solo una, de desamor. Y es cierto, así que elegí dos. La primera es porque para mí no se ha escrito otra más perfecta que esta, su letra es tan sublime como poética. Me la dedicaron y desde entonces, la amo.
La segunda, es que como sé que estas cartas las lee gente contemporánea, llevo desde hace tiempo fantaseando con la idea de descubrírsela a alguien y que si la escucha con atención quede tocado para siempre.
⚡️Un impacto profundo
En esta carta me limito a hablarles de Dolor Exquisito, un libro de Sophie Calle, para mi, una de las mejores artistas francés de hoy, en el que desentierra un desengaño amoroso de su pasado y lo disecciona, comparándolo con el sufrimiento de otras personas. Al exponer esa pena a lo largo del libro, se le va deshaciendo entre las manos hasta desaparecer. Odio la romantización del dolor en general, pero sí creo que explorar las emociones y crear algo bonito con ellas es la mejor forma de exorcizarlas.
⚡️Lecturas que te hacen pensar
Este texto que escribió Maureen O'Connor hace siete años me pareció una maravilla. Si ustedes, como yo, durante un proceso de ruptura no se han sentido las personas más desgraciadas del mundo, algo de razón teníamos, porque en toda la historia de la Humanidad nadie como esta generación lo ha tenido tan difícil para desconectar de sus ex o amores sin final feliz.
✨Datos que hacen el mundo interesante
La ficción tiene la culpa de casi todo lo que está mal con el amor, pero un tópico narrativo que me encanta es el de los protagonistas que, cuando comienza la historia, se encuentran hundidos por un rechazo o una ruptura. Si la narración no se molesta en darnos muchos detalles sobre este asunto y la otra persona implicada ni siquiera aparece en escena, como espectadores sabemos enseguida que al protagonista le ocurrirá algo mucho más importante: comenzará una aventura o conocerá a otra persona. Incluso en Romeo y Julieta, la historia de amor por excelencia (y me remito a la primera línea de este párrafo), Romeo conoce a Julieta en un baile al que ha ido deprimido, con la intención de atisbar, aunque sea de lejos, a Rosalina Capuleto, la mujer que lo ha rechazado porque quiere mantenerse casta (o eso le hizo creer ella).
Probablemente Romeo sea un pésimo ejemplo vital en cualquier aspecto, pero me gusta entender esta situación del baile como una metáfora. Me gusta pensar que a veces estamos emocionalmente atrapados en lo que parece el gran drama de nuestra vida, cuando en realidad todas esas decepciones no son Julietas, sino Rosalinas y la verdadera historia está a punto de empezar.
🏹Una reflexión final
Finalmente me decidí a escribir esta carta porque me topé con un poema de Bukoswski y por fin lo entendí: era eso, lo que más dolía no era la ausencia en sí, sino la errónea certeza de que por lejos que fuera y por mucho tiempo que pasara, no me libraría nunca de ella. Y debemos vivir con eso.
Me despido por hoy. Hasta que nos volvamos a ver, intenta pasar página y reenvía esta carta a todos aquellos que la necesiten, aunque solo sea para que sepan que estás ahí.
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